jueves, noviembre 03, 2005

Las balas no...

Dejó el arma a un lado. Me había apuntado para probar mi visión; padezco de una extraña enfemedad en los ojos que junto a mi ingenuidad dan resultados vergonzosos, incluso cómicos. Continúo su historia que es tan larga y de algunas maneras inexpresable para mi, que seria injusto contarlas a detalle. La manera en que este hombre lo hace no solo enaltece la verosimilidad del relato (aunque lo complete en perfecta armonia con la ficción), sino que el tiempo transcurre de manera viva e impresionante, tanto en sus palabras, como en la historia.

Así, me contó de los enormes hoyos creados en alguna region de la asia central, donde los perros mas grandes y feroces son atrapados con hombres misóginos. Y si estos concluyen satisfactoriamente la batalla contra la bestia, tendrían completo derecho a su misoginia.

Hizo una pausa, se levantó de su cómodo asiento rojo con bordes dorados, y se dirigio a la puerta. Volvío con una espada muy antigua, pero a la vez pequeña; tal vez 15 cm de largo. Empezó a jugar con ella sobre la mesa, cortaba pequeños trozos de tela de colores o espumas que adornaban el centro de la mesa. Lo hacia con una destreza natural, un encanto sereno; supuse que lo habia aprendido en alguno de sus excentrico viajes. Finalmente me volteo a ver con esos ojos de menosprecio que suele tener.-¿Que hace?-me preguntó. Yo me senti algo avergonzado, y con miedo dije-Viendolo jugar con su extraña y muy fina espada. Me volvio a mirar de esa manera,y dijo- Disculpe no haberlo invitado a comer a la mesa.

Fin





He agregado algunos vinculos (queria ver si funcionaba), espero que a las tres personas que ven esto les agrade.

1 comentario:

Alejón dijo...

Hola, fernando. Bienvenido a esta blogósfera. Andaremos en contacto por acá.
También te invito a visitar de vez en cuando el mío (aunque tiene varios días de no actualizarse).

Saludos.