jueves, abril 26, 2007

Hernán (o el niño que no se fue con la hada)

La noche en que Hernán llegó a la estación de policía había sido una sin lluvia; el calor hacia que el granito del pavimento apareciera más brillante a la luz de las lámparas y acaso la niebla, no rara por las mañanas en esa zona de la ciudad, asemejaba un tibio vapor. Yo creo que en realidad era verdadero vapor y que Fernando García no me ha contado bien la historia; es malo para los detalles, por lo que prefiere inventarlos. Quizá el calor o la huida de casa rumbo a la estación o la expresión que tuvo frente al espejo minutos antes de ver eso fueron lo que llevo a Hernán a hablar tan rápido, sin orden, exaltado y moviendo las manos como queriendo dibujarle eso que había visto al policía, quien le veía a intervalos entre jugada y jugada de futbol. No deberían permitir teles en las estaciones de policía, pero en cierto grado matar a alguien de aburrimiento tampoco es sano (?). El policía, Aburto mantenía su cabeza a flote a causa de una extraña posición de codos y manos, que a cada momento parecían poder venirse abajo con todo y lentes y mostacho y la abundante papada. Fue entonces que Hernán dijo, Señor, entienda que tuve que huir, esa cosa estaba parada enfrente de mí, siguiendo cada uno de mis movimientos con unos ojos que no alcanzo a recordar. Y no hubiera sido suficiente esfuerzo físico el de correr o el de aventurar un escape prodigioso por la ventana para esta cosa, entienda, es como si no se hubiera ido.
Entonces Aburto interrumpió preguntando si era una bestia. ¿Una bestia? ¿Cómo se atreve? Le contesto Hernán enojadísimo y asombrado de que hubiera apagado el televisor, quizá el partido había acabado o quizá el caso le empezaba despertar alguna clase de interés. Los ojos de Aburto esperaban que algo magnífico saliera de la boca de ese chico; algo que le diera una historia que contar en el desayuno al menos. (Los policías hacen apuestas acerca de las mejores historias que les llegan; casi ninguna de ellas es en realidad policiaca).
Pues era como un ángel, pero no, por que los ángeles no te dan miedo, y esto lo dijo Hernán sabiendo que no tenía ni la menor idea de lo que decía y que quizá de callarse no acabaría en el psiquiátrico. Se dio cuenta de lo estúpido que había sido acudir a un policía. Aburto ya empezaba a preguntar acerca de su rostro, el cuerpo, si volaba o por lo menos flotaba. Hernán no sabía bien que contestar, también sentía que se burlaban de él. Al fin dijo, su rostro era el de una mujer, profundamente hermosa y entienda que cuando digo profundamente es en serio, era el amor de una madre y el de una esposa, el de una chica adolescente y acaso todo los amores posibles de los que yo sólo puedo distinguir muy pocos.
Aburto, cuya lista de enfermedades mentales conocidas era muy corta, decidió que “sin duda” Hernán tenía complejo de Edipo. Le dijo que se fuera a casa, que aquello no volvería aparecer, que no fuera enfermo, que dejara a su madre y a la ley en paz, que ellos tenían asuntos de suprema importancia que tratar. Aburto pensó que la palabra suprema era exagerada pero que le daba cierta clase de poder (?).
De vuelta, a Hernán las calles ya no le parecieron sino frías y la niebla le permitió desvanecerse entre el granito que seguía tibio, y de lejos, muy lejos, daba la idea que los pies de Hernán nunca tocaban el suelo y que acaso en cualquier momento serían llamados por las alturas.

domingo, abril 15, 2007

Diecinueve menos y la eternidad mañana (Nineteen down and 3.1416.. tomorrow)

1

Últimamente he pensado en algunas cosas, sobre todo en gramática: en la oración anterior la colocación del "últimamente" aún me confunde. Aunque sea o no correcto, que sea fácil o no aprender (memorizar las normas de la gramática española) esto se pelea con mi idea de orden en la escritura. Por que sí yo me las "doy de que escribo" (no de escritor como tal eh) es por que todo me ha sido fácil de alguna manera. En los últimos dos años, desde el primer intento de escritura (sin contar los primerísimos, cuando era tanto más joven y copiaba a no sé quien; ahora ya sé a quien copio) lo hice todo por intuición, y mis textos me resultaban maravillosos, acaso por ego, pero también por que yo era el único capaz de verle todo lo que tenía; sabía que no funcionaban por las críticas, pero conocía su contenido y eso me hacía prometerme que tarde o temprano lo harían, cuando mi "técnica" mejorará. La gramática nunca me importó demasiado, ni siquiera el lenguaje, pues aún ahora, que los considero como indispensables, sé que son un mero vehículo, que puede o no contener prodigios, pero que lo importante no es eso sino es esa "cosa desconocida" que se parece a Dios y nos dicta. Ahora, a más de un año de empezar con esto, viendo mis argumentos desde lejos, me parecen poca cosa: desviaciones de Borges, borradores de un cuento de Bioy Casares o una extraña mezcla de los dos; asuntos más bien kafkianos llenos de símbolos; sensiblerías y exageraciones amorosas o las nuevas cosas históricas. Sé que es inútil buscarle pies de más gato, creo lo mismo de la filosofía o casi cualquier tarea (nótese mi cobardía al no atreverme a decir lo que creo acerca de todas las tareas humanas) y no por eso he resuelto morir.

2

No entiendo como a la gente puede gustarle un equipo de futbol que no sea de su país, de su ciudad o con el que al menos tenga cierta clase de relación. Sé que con esto podría ofender a personas que aprecio, pero de verdad, no entiendo. Me explico: siempre he sido seguidor de Pumas (UNAM), por algún momento en mi infancia, el equipo era la medida de mi vida, junto a mis peluches. Mi padre me llevaba al estadio (él le va al américa) y era entonces donde yo veía el futbol; entendía poco, las jugadas me parecían cosas tan complicadas como la química y me emocionaba con los goles o cuando alguien de Pumas se "burlaba" a otro. Tenía una idea mínima del futbol y sin embargo me entretenía: "dribling" y disparos fuertes. Después, influido por mi primo empecé a ver a otros equipos: la Juventus y la Fiorentina (esta última por que tenía un escudo de Nintendo en la playera). Me di cuenta de algo que en ese entonces Pumas tenía y esos equipos no: éxito y alguna clase de heroísmo o perseverancia. Me acostumbre a verlos perder, a "quedarse". No me importaba, sabía que un día Pumas lo lograría. No fue así. El punto más alto de aquel equipo acaso se dio cuando vencieron al américa 3 - 1 en cancha de Pumas; Sancho como capitán y Beltrán, ése novato que algún tiempo atrás le anotó al américa salvando el día, estaba en la defensa central como titular; Olalde, Israel Lopez, Cariño, Carreón, Perez y tantos otros. ¿De estrategía? Eran malos en esa ejecución, dependía de otra cosa: de ese heroísmo y esa perseverancia. Entenderán que quiero al equipo. También entenderán que cuando Pumas fue Bicampeón, aunque me alegré mucho (en el primero de esos títulos) no fue la alegría desbordada que yo había esperado por tanto tiempo: Sancho se había ido, de medio campo hacía el frente todos eran foráneos salvo Pareja y Fonseca; y ellos no eran Sancho, ya ni siquiera Israel Lopez. El éxito y el "buen juego" conseguido por Pumas; consecuencia de una regularidad, de ciertas traiciones al de juego original y de tanto nuevo "fanático a muerte" me hacían sentir ese día como alguien privilegiado por "haber estado ahí desde el principio" (o sea desde que pude) y sin embargo, hubo derrotas de Pumas que me emocionaron más, que me dejaron más satisfecho.

En los mundiales aprendí otra cosa del futbol, ahora sí, las estrategias, las analogías con el ajedrez: un ajedrez viviente, catalizado en cualquier instante por cualquier factor pero que a diferencia de éste tenía sus héroes, como la guerra. Y así como en el ajedrez, lo divertido y emocionante consiste en la paciencia, el descubrimiento y la ejecución, y lo intolerable en que algún tarado haga saltar su peón cual Dios y mate al rey en un actitud infantil, en el futbol esto último es lo que hacen los Ronaldinhos y los Messis del futbol europeo. No significa que para mi el gol de Maradona en contra de Inglaterra sea "trampa"; eso sólo por que ese gol fue un prodigio, incluso para algunos (acaso grandilocuentes) una "venganza". Lo que hizo Maradona significó una decisión heroica y una ejecución efectiva; fue más que un gambeteo cualquiera, de los que suceden cada dos meses en cancha del Barcelona.

Un gol más honesto sería ese de más de veinte toques en el mundial pasado, anotado por Argentina y no un sólo hombre; los demás son buenos goles, pero nada más, incluso los más espectaculares. En el futbol, lo espectacular acaso sea lo previsible, que aunque nos sorprenden sabemos de su posibilidad indudable; lo honesto, con lo que me refiero a lo estratégico heroico en estos casos, halla su valor en lo que lo distingue de los demás, lo que lo saca de ser un simple juego o de bien, acercarse a los ideales de dicho juego. Entonces, si el futbol de la Champions carece de estas cosas ¡Gente de Latinoamérica! ¿Qué le ve que es tan grandioso? No lo digo defendiendo el futbol nacional, sino buscando una buena razón para este auge "futbo eurofílico" que traemos todos.

Como ven necesitaba desahogarme acerca de un par de cosas: la falta de escritura y que los Pumas pierdan. Hecho esto, agradezco a quien haya leido todo (yo sé que esto es aburrido en un blog, pero este me pertenece ¡MUAHAHA! o ¿MUAJAJA?) y por perdonar las faltas de ortografía (luego las arreglo).

Ah sí, todo el mundo escuche a The Decemberists (por favor).